
(T) El Producto “Crítico”
08 Feb 2012, by DIWOAprende, referencia, Texto inContinuando con la idea del aprendizaje basado en el contexto y la influencia que ejercen en el proceso constructivo los factores sociales, culturales y tecnológicos, queremos aportar ahora unas primeras impresiones acerca del producto resultante de este proceso.
Los productos resultantes de cualquier manifestación creativa se encuentran condicionados igualmente por estos factores. Si el contexto en el que son construídos fomenta la proliferación de objetos que no pongan en cuestión el estado de las cosas, (esa Matrix cañí de la que se habla en Colabores.net) y promueve la satisfacción de unas necesidades creadas artificialmente por parte de un Estado (o una empresa), encargado de establecer un marco fuera del cual los objetos ya no son considerados “culturales”, queda comprometida su capacidad de innovación o de problematizar este mismo contexto en que se insertan.
The Big Crunch, Darmstadt, Germany. Raumlabor
(aún no estoy seguro de la coherencia de esta referencia de Raumlabor, necesitará una segunda reflexión)
En “El Hombre Unidimensional”, de 1964, Herbert Marcuse escribe:
La intensidad, la satisfacción y hasta el carácter de las necesidades humanas, más allá del nivel biológico, han ido siempre precondicionadas. Se conciba o no como una necesidad, la posibilidad de hacer o dejar de hacer, de disfrutar o destruir, de poseer o rechazar algo, ello depende de si puede o no ser vista como deseable y necesaria para las instituciones e intereses predominantes de la sociedad. En este sentido, las necesidades humanas son necesidades históricas y, en la medida en que la sociedad exige el desarrollo represivo del individuo, sus mismas necesidades y sus pretensiones de satisfacción están sujetas a pautas críticas superiores.
Se puede distinguir entre necesidades verdaderas y falsas. “Falsas” son aquellas que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represión (…). Su satisfacción puede ser de lo más grata para el individuo, pero esta felicidad no es una condición que deba ser mantenida y protegida si sirve para impedir el desarrollo de la capacidad (la suya propia y la de otros) de reconocer la enfermedad del todo (…).
Tales necesidades tienen un contenido y una función sociales, determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningún control; el desarrollo y la satisfacción de estas necesidades es heterónomo. No importa hasta qué punto se hayan convertido en algo propio del individuo, reproducidas y fortificadas por las condiciones de su existencia; no importa que se identifique con ellas y se encuentre a sí mismo en su satisfacción. Siguen siendo lo que fueron desde el principio; productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión.
Es necesario entonces poder distinguir la producción o el consumo de objetos en base a una necesidad “propia” de los que responden una “impuesta”, en el sentido de orientada a “operar para los fines que la sociedad coactiva reconoce como válidos“. Responder a preguntas como para qué o quién trabajamos, quién conforma nuestra red de agentes o escogemos para validar nuestros diseños y prototipos, qué mecanismos de producción se han puesto en marcha para crearlos, qué relación existe con el usuario final y qué pretendemos al introducir nuestras creaciones en el contexto cultural contemporáneo, … puede clarificar algunos aspectos de la cuestión.
Marcuse continúa:
(…) La cultura industrial avanzada es, en un sentido específico, más ideológica que su predecesora, en tanto que la ideología se encuentra hoy en el propio proceso de producción. Bajo una forma provocativa, esta proposición revela los aspectos políticos de la racionalidad tecnológica predominante. El aparato productivo, y los bienes y servicios que produce, “venden” o imponen el sistema social como un todo. Los medios de transporte y comunicación de masas, los bienes de vivienda, alimentación y vestuario, el irresistible rendimiento de la industria de las diversiones y de la información, llevan consigo hábitos y actitudes prescritas, ciertas reacciones emocionales e intelectuales que vinculan de forma más o menos agradable los consumidores a los productores y, a través de éstos, a la totalidad. Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos útiles son asequibles a más individuos en más clases sociales, el adoctrinamiento que llevan a cabo deja de ser publicidad; se convierten en modo de vida (…). Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la acción, son rechazados o reducidos a los términos de este universo.
Lo que proponemos dentro de este laboratorio es que la producción se dirija hacia objetos que cuestionen el contexto en el que se generan, que puedan responder a preguntas como las citadas anteriormente y que la reflexión sobre la práctica sirva para conformar unas metodologías de acción que superen la unidimensionalidad de los pensamientos centralizados que operan en múltiples sectores de nuestra vida cotidiana.
Fschiiiuuu es denso, pero creo que el título lo resume genial: productos críticos con su contexto que permitan reflexionar sobre la práctica.
Respecto al post anterior, que releyéndolo a partir de este me parece súper lúcido, veo que ya entras en “la materia” del tu Master del todo. Eventos constructivos + aprendizaje basado en el contexto desde el hacer productos críticos que “fuercen” la reflexión sobre los contextos y sobre la práctica (eventos frente a…).
En estos días que leía y pensaba tanto sobre el “teorizar” sobre las comunidades envueltas en procesos de hacer. Es un soplo de aire fresco pensar que puede ser la construcción práctica de los productos la que fuerza la reflexión y el aprendizaje, la que crea la comunidad.
pd: ha quedado un poco pescadilla que se muerde la cola el comentario 😉
[…] una necesidad. Ambos enfoques se entreveían en los últimos posts de Alfonso: Making community y Producto crítico. Parece que en aRRsa vamos delimitando productos y servicios para contextos económicos C2C y B2C. […]